Esta figura tributaria permite a los emprendedores instalar su negocio sin mayores requisitos en el mismo lugar que habitan, ya sea una casa propia, arrendada o cedida. Por eso se ha vuelto muy popular en los últimos años. ¿Cuáles son sus pros y contras? Acá, Verónica Oliva destaca sus principales atributos y condiciones.

¿Qué significa constituirse bajo la Ley de Microemprendimiento Familiar? fue la pregunta que llegó esta semana a Diario de un Emprendedor.

Muchos de nosotros, cuando recién partimos en el rubro del comercio, no contamos con un gran conocimiento formal sobre cómo inscribir nuestro emprendimiento. Por lo general, comenzamos asesorándonos informalmente: preguntándole a algún familiar, un amigo o a alguien que sepa un poco más que nosotros sobre el tema. Ya sabemos que los trámites para formalizar un negocio no son tan sencillos como nos gustaría; por eso, les recomiendo siempre buscar asesoría profesional, algo a lo que no muchas veces le damos la importancia que le corresponde, ya que solo pensamos en abrir nuestro negocio y empezar a vender lo antes posible.

Además, les recomiendo aprovechar la gran cantidad de herramientas e instituciones que hoy en día prestan asesoría con respecto a estos temas. Algunas lo hacen incluso de forma gratuita y permiten que como emprendedores tengamos muy claro qué figura legal es la que más le conviene a nuestro negocio antes de formalizarlo.

Como les mencioné en la columna anterior, no soy experta en temas tributarios, pero sí puedo transmitirles mi experiencia. En esta oportunidad les contaré cómo formalicé mi almacén bajo la figura legal de la Microempresa Familiar (MEF).

Conociendo la diferencia entre persona natural y persona jurídica, lo primero que es importante a tener en cuenta es que, al formalizarse como MEF, el emprendedor tendrá la responsabilidad como persona natural en todas las deudas u obligaciones de la empresa, lo que, por ende, genera que se comprometa su patrimonio personal.

Esto último puede crear cierto temor, pero, a pesar de ello, también tiene muchos pros. Por ejemplo, iniciar la formalización de un negocio sin mayores dificultades.

Cuando yo recién comencé con mi almacén, en el año 2003, lo primero que hice fue acercarme a la municipalidad, ya que como en ese entonces no había tantas instancias, lugares, ni mucho menos plataformas digitales que entregasen información respecto de este tema, fue el lugar que me sirvió para orientarme.

Allí me aconsejaron comenzar mi almacén formalizándolo como una MEF, ya que las demás figuras legales solicitaban mayores exigencias que en ese momento yo no podía cumplir por no contar con los recursos necesarios. Algunas solicitaban requisitos como tener un baño para los trabajadores o un lavamanos a un metro de la máquina de cecinas, por ejemplo.

Como mis recursos eran escasos, lo más sencillo fue constituir mi negocio como una MEF, ya que me permitía tener el almacén en mi propia casa.

Hoy en día el panorama es bastante similar: la MEF permite tener un negocio dentro del propio hogar y, además, el proceso de constituir una empresa bajo su figura continúa siendo bastante más simple. Por lo tanto, si optas por formalizar tu negocio como una MEF, deberás fijarte en contar con los siguientes requisitos.

Lo primero es que debes ser el legítimo ocupante de la casa, es decir, tienes que vivir donde se encontrará el negocio; no importa si la vivienda es arrendada o cedida.

Lo segundo: la actividad que vas a realizar no debe ser peligrosa, molesta o contaminante para los demás habitantes del sector.

Tercero: tu capital inicial no puede exceder las 1.000 UF.

Cuarto: solo pueden trabajar contigo a lo más cinco personas ajenas a tu familia directa.

Bajo mi experiencia, constituir un negocio bajo la figura de la MEF, en especial si es uno que se encontrará en nuestro propio hogar, es muy provechoso. Y a pesar de que no sea tan complicado, les vuelvo a recalcar la importancia de contar con una asesoría profesional a la hora de elegir bajo qué figura inscribir un negocio. Cada una es diferente y debe ser elegida sobre la base de las características propias y los objetivos de cada negocio, por lo que orientarse con un experto es imprescindible.

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