Si tienes perspectivas de mediano o largo plazo con tu idea de negocio, realizar los trámites de formalización resulta fundamental, no solo para tener todo en orden, sino, básicamente, para poder crecer. Acá, nuestra columnista Verónica Oliva explica el porqué.
En poco tiempo lanzaré un emprendimiento informal, con mano de obra de mujeres de escasos recursos que deseen generar dinero desde su hogar. ¿En qué momento debo formalizar mi pyme y optar a beneficios del Estado?, pregunta Javier Leiva, quien dejó su inquietud a Diario de un emprendedor el 20 de noviembre pasado.
Hola, Javier: deberías formalizarte ya, como dueño de esta empresa o bien constituyendo junto al grupo de mujeres que conforman la mano de obra una cooperativa con fines de lucro.
Si eliges formalizarte como persona natural o como rut de empresa, estas colaboradoras pasarán a ser tus trabajadoras y deberán tener contrato, sueldo, imposiciones, salud y seguridad laboral. Bajo esta figura no podrás seguir laborando con ellas de manera informal, ya que estarás vulnerando sus derechos y tendrás problemas con la Inspección del Trabajo.
Supongamos que no quieres contratarlas, sino que “comprarles” lo que hacen. Para eso, ellas deberán entregarte una boleta de venta, por lo tanto, estarán obligadas a formalizarse también. No puedes comprarles “en negro”, porque no tendrás cómo justificar las adquisiciones de estos productos ante el SII.
Una segunda alternativa es que tú les entregues las materias primas para que ellas confeccionen el producto; en ese caso, tus colaboradoras deberán emitir una boleta de honorarios por los servicios entregados a tu empresa. Siempre es importante darles un pago justo a estas personas, considerando los gastos asociados que tendrán al trabajar desde sus casas (luz, agua, gas y todo lo que se considere dentro de una cadena de trabajo).
Otra opción es que ellas y tú formen una cooperativa con fines de lucro. Este modelo de asociatividad que trabaja de forma horizontal y es muy útil en caso de quienes desean trabajar con más personas en un ámbito de colaboración; además, entrega varios beneficios por parte del Ministerio de Economía, como poder postular a distintos fondos para poder crecer. En este caso no importa que ellas o tú no estén formalizados, ya que todos los movimientos los harán con el rut de la cooperativa. Pero ya no será “tu” negocio, porque las decisiones deben tomarse entre todos los miembros del grupo.
Formalizarse siempre abre puertas hacia el crecimiento. Muchas personas temen dar este paso por varias razones: porque son muchos trámites, porque hay que pagar impuestos, porque hay que sacar permisos y acatar normas. Pero si queremos tener un emprendimiento con perspectiva hacia un mediano o largo plazo, este paso es esencial, requisito indispensable para acceder a fondos, a créditos, para ampliarse y para alcanzar otros mercados.
Cuando yo estaba recién partiendo con mi servicio de digitalización de comercio de barrio, una empresa nos pidió enviar una factura para proceder al pago. Quedamos locos. No estábamos formalizados. ¿Qué hacíamos? Nunca reparamos en lo importante que era formalizarse hasta que vimos en riesgo nuestro pago. Hay empresas que, incluso, exigen no solo factura, sino también una cuenta de empresa para pagar.
No hay que tener miedo a la formalización. En caso de que lleven, por ejemplo, diez años trabajando como informales y quieran comenzar en regla, no hay ningún pago retroactivo por los años en que no se tributó al Estado. Sin embargo, si funcionan de manera irregular, y especialmente si lo hacen en un espacio físico, siempre está el fantasma de que los sorprenda un inspector y aplique una multa. Hoy –lo hemos destacado en otras columnas– formalizarse está a un click de distancia; están todas las facilidades para hacerlo.
Tampoco hay que temer al pago de impuestos. Hay personas para las que el IVA se convierte en una pesadilla, especialmente cuando registran pérdidas, pero esto sucede porque los costos están mal calculados y hay mucho dinero que se pierde sin control; entonces, por supuesto que resiente el pago del impuesto, ya que se ve como una plata que hay que pagar aun cuando nosotros mismos estemos perdiendo plata con el negocio. Pero si somos ordenados con nuestros ingresos y egresos, siempre pagaremos lo que corresponde.